¿Realidades?  

Posted by Mariam in


                     En mi cama, postrada y muerta en vida, observo como pasan por mi habitación vivos y muertos que me hablan de recuerdos de hoy y de ayer. Arrastro a mi mente hasta el lugar donde se quedaron mis sueños atrapados y allí, solo por un instante, logro vivir de nuevo lo que ahora es  realidad para otros.

                     Mi lecho, antes usado para disfrute de otros cuerpos con el mío, se ha convertido en mi amigo inseparable en este triste camino que desde hace casi un  año emprendí. Las sábanas ya no son de suave seda y aterciopelado tacto, aquellas sábanas que tanto sintieron el gozo de mi piel, el estremecimiento de mi alma  y el clímax del tiempo exhausto.

                     Mis ropas desaparecieron y ahora mi cuerpo es cubierto por un amargo trozo de tela atado a mi espalda, igual que se ataban las manos de mi amante entrelazadas alrededor de mi cuello, mientras susurraba mi nombre jurándome amor eterno por la entrega de mi ser por unos instantes.

                     Mi cabeza vuelve a desconectar de todo lo que me rodea y ahora, en la oscuridad de la noche, llamo a mi madre a gritos, le pido igual que una niña pequeña que no me deje a oscuras, que venga a mi habitación y me  abrace, porque tengo miedo, miedo de seguir perdida entre este mundo y el que fue. Pero mi madre no acude en mi auxilio, se queda de pie, junto a la puerta, me mira a los ojos y regalándome una tenue sonrisa desaparece  como si su cuerpo fuera etéreo, igual que desaparece el humo de un cigarro en una estancia donde las ventanas están abiertas y entra aire nuevo. Entonces vuelvo al presente y por unos  segundos rememoro el día en el que sufrí la pérdida de mi madre y lloro al comprender porque ella solo me regaló, ante mi llamada, una leve sonrisa y no su calor y su consuelo. Me hallo en esta sin razón, perdida entre ilusiones y verdades, entre lo que es falso pero que así no lo siento, entre realidades para los que ahora  a los pies de mi cama me contemplan y realidades que vivo en sueños con ojos muy abiertos.

                     Mis días no tienen calendario, mis horas, minutos, segundos…, todo deja de tener un orden y un recuento, que para mí, ya es  absurdo. Ahora mis manos son otras, las cuales me alimentan, me asean, me animan a vivir en este espectro de ser, en esta sombra que antaño, fue un hermoso cuerpo. ¡Me niego!, no quiero seguir prisionera en este fantasma que no es espejo, en este espantajo que es solo piel arrugada y seca, que es solo continuo lamento, llanto, desesperación, agonía y muy pocas veces, calma, esa calma que solo encuentro cuando me sumerjo adormecida en mi irrealidad, en mi ensueño y fuera de mí, todo es silencio.

                     Quiero la misma paz que encuentra la mar después de una marea de vientos, después de un flujo de aguas inquietas en su fuero interno que la despierta de un letargo de milenios haciendo temblar su corazón. Quiero la misma paz que encuentra un bebé en brazos de su madre cuando ésta, entre nanas y susurros de palabras bellas, consigue que su pequeño se calme. Quiero la paz de cerrar un día los ojos y hallarme entre los que habitan mis recuerdos, esos que moran en mi pasado tan real,  tan cierto y que siento tan próximo como el presente, pero  sin billete de vuelta a esta existencia tan agria.

                     Pero esa paz no llega, la agonía del deseo de poseerla me ahoga. Entonces,  clamo al Cielo,  le ruego a ese ser Supremo, a ese que llaman Creador, Padre, Amigo, Maestro… y del que tantas veces renegué y del que aún dudo su existencia, me conceda el perdón por mi titubeo, porque hasta no encontrarnos tan perdidos y mal trechos no acudimos a lo último que el ser humano pierde, su fe y  esperanza en algo o alguien que le dé consuelo.
                     Y ahí estoy, con mis sentidos despiertos, en constante alerta, por si tiene a bien darme lo que tanto ansío, anhelo…, esa amiga que todos tenemos desde nuestro nacimiento y que no reconocemos como acompañante en nuestro viaje. Nos negamos a darle la mano, la ignoramos, nos reímos de su presencia para nosotros inexistente, nos burlamos y con sarcasmo negamos la evidencia de que, por mucho que nos pese, es tan real como el tiempo, como las estaciones del año, como el amor…, como todo aquello que sin tocarlo sabemos que está patente y latente. Converso con ella, la llamo “vieja amiga”, le cuento que ahora sé que fui necia al rechazar su existencia, le pido disculpas y que me exima, pero que por favor tenga a bien cubrirme con su manto y me deje dormir en su regazo, que deje que mis párpados se sellen para siempre, que su dulce pero a la vez incomoda frialdad, recorra mi ser y así entrar en ese sueño eterno. Pero ella me cuenta que aún no llegó mi momento, que debo permanecer entre los vivos siendo casi un muerto, que debo de padecer esta angustia por algún tiempo, pero que no dude que algún día vendrá a mi encuentro, me dará su fría mano, me envolverá con su túnica, me acurrucará y me dejará dormir bajo su cobijo, hasta que mi esencia se apague y solo la acompañe mi alma, dejando atrás mi frío cuerpo.

                     Ambiciono ese día, porque en ese instante seré libre de mi cama, del amargo trozo de tela que envuelve mi piel, de mis manos prestadas, de mis recuerdos que reviven constantemente sin ser realidades, de mi clamor al Cielo, de mis compañeros a los pies de mi lecho mirando lo que soy mientras recuerdan lo que fui…porque en ese segundo empezará mi calendario sin hojas, sin horas, sin minutos...porque en ese segundo, tendré la eternidad de “ser” entre los que ya no están.

Mariam.

This entry was posted on viernes, 31 de diciembre de 2010 at 6:36 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

1 comentarios

Pilar  

¡Qué palabras más bonitas! Me ha tocado mucho la fibra...

31 de diciembre de 2010, 6:53

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